domingo, 23 de agosto de 2009

Nada, nada y nada

En pleno siglo XXI, se intenta resucitar en América Latina el materialismo dialéctico

Consciente o inconscientemente, todos buscamos un sentido a la existencia. Esta respuesta no es, sin embargo, una mercancía disponible en mercado alguno. La sociedad de consumo nos puede brindar abundantes comodidades para quienes tenemos poder de compra, comodidades al fin, pero ayunas de significado.

El materialismo se ha venido adoptando como filosofía de hecho, la cual acompaña al consumo de manera natural, de tal forma que se pueden comprar los medios más exquisitos de entretenimiento y de evasión del vacío existencial que este puede acarrear. Este materialismo, sin que nadie lo postule o defienda, devalúa valores como la solidaridad, la compasión y el honor, mientras fortalece antivalores como la vanidad, la soberbia y el hedonismo. Es el camino fácil. La propia inercia genera el impulso para continuar cuesta abajo. En consecuencia, la sociedad contemporánea se extravía en su consumismo, se abandona la búsqueda de sentido y se van minando los pilares éticos de la sociedad y de comportamiento moral de los individuos. Se adoptan los antivalores del materialismo consumista.

Materialismo histórico. Ante las limitaciones del consumismo para proveer una respuesta al significado y sentido de la vida y la erosión de valores, en particular, la solidaridad, los nuevos críticos de la globalización de los mercados intentan una resurrección tardía en América Latina del materialismo dialéctico en pleno siglo XXI. Llámese Teología de la Liberación, nueva izquierda o como se quiera.

El materialismo histórico parte de un materialismo filosófico en la determinación de la conciencia, pero supone también una ética superior en el proletariado, la cual permearía a la sociedad entera en la transición al socialismo. Sin este supuesto ético, por cierto nunca documentado ni afirmado de manera explícita, el fundamento de la dictadura del proletariado cae por su propio peso. Significa que, si el proletariado asume el poder dictatorial sin poseer la ética supuesta románticamente por Marx, la transición podría irse en cualquier dirección, pero contraria al comunismo. Pierde, por lo tanto, todo valor ético y justificación histórica la solución de la lucha de clases a la encrucijada contemporánea.

Cambio moral. Evidentemente, la sociedad contemporánea requiere una transformación ética. Esto significa un cambio de sus valores y conductas socialmente aceptadas, y presupone y debe ser acompañado de un cambio moral de sus individuos. Por lo tanto, una sociedad, familias o individuos que intentan seguir un camino con significado, deben nadar a contracorriente en una sociedad presa del materialismo consumista.

La respuesta es, en gran medida, enseñanza y práctica de valores, el verdadero sentido de la educación, lo cual es también consustancial a la práctica religiosa. En definitiva, un descubrimiento de la trascendencia de la persona humana y del error y limitación de la definición hedonista centrada en el individuo, en contraste con el ejercicio de la compasión y la solidaridad enfocadas en el prójimo. Significado de la vida precisamente en su trascendencia. Exploración de la felicidad. Pero también se puede apresurar el paso.

Cabe recordar el diagrama del místico San Juan de la Cruz para el ascenso del monte Carmelo (la contemplación), en el cual señala la vía rápida más rápida y directa, por el corazón del monte, hasta llegar a su cumbre. Esta incluye: nada, nada y nada, y en el monte, nada. El camino de la contemplación con absoluto desprendimiento.

Es la antítesis del materialismo consumista: vivir el significado de la vida en comunión con la raíz ontológica indisoluble, el sustrato del amor, por el camino de la negación. El último y verdadero desafío contemporáneo.

La Nación, 11 de abril de 2008