viernes, 21 de septiembre de 2012


 El modelo exportador de don Álvaro Montero Mejía

Ennio Rodríguez

El modelo exportador. En su segunda entrega el Dr. Álvaro Montero en su crítica a mi artículo “Nos amenazan fuerzas centrífugas” me hace defensor del modelo de promoción de exportaciones, para luego criticarle sus limitaciones. Para ello saca de contexto una afirmación mía reconociendo ciertos éxitos de la atracción de inversiones y promoción de importaciones. Pero para empezar, no hice ninguna apología del supuesto modelo, por lo tanto, criticar lo que don Álvaro llama “modelo” no es necesariamente una crítica a mi planteamiento. Todo lo contrario, mi esfuerzo fue mostrar las debilidades y consecuencias de estos programas estratégicos, es más ni siquiera creo que se merecen el nombre de “modelo”.  Por el contrario estos programas, en ausencia de otros que los complementen, y reconociendo que se dieron abusos públicos y notorios, constituyen una de las fuentes de alimentación de las fuerzas centrífugas o disgregadoras a las que hice referencia en tres de mis artículos publicados en otro medio. Eso sí, me parece importante ir definiendo puntos de encuentro en el análisis para poder buscar elementos de convergencia en la propuesta para el desarrollo nacional.  Ante las fuerzas disgregadoras, tenemos la responsabilidad de identificar también las fuerzas de convergencia ante las demandas de rectificación del modelo de desarrollo costarricense. El esfuerzo exportador es claramente insuficiente como modelo de desarrollo y debe complementarse, como ya lo he indicado anteriormente con un mejoramiento sustancial del clima de negocios para las pymes, fortalecer los programas de encadenamientos de estas con el sector de zonas francas, mayor inversión en infraestructuras y programas sociales, y, necesariamente, una reforma fiscal, solo para plantear algunos elementos.

Deuda externa. Cuando don Luis Alberto Monge me hizo el honor de nombrarme Ministro Consejero para Asuntos de Financiamiento y Deuda Externa, hicimos un esfuerzo de demostrar cuantitativamente la incapacidad de pagar la deuda en los términos programados (para lo cual usamos un modelo de consistencia del propio Banco Mundial –BM–), trabajamos con la opinión pública, particularmente con los sindicatos e invitamos a otros países que compartían con nosotros las características de estar altamente endeudados y ser pequeños, e hicimos una denuncia, que tuvo acogida, que la comunidad internacional no nos prestaba suficiente atención, pues estaba preocupada por lo grandes deudores. Al final, Costa Rica logró abrir brecha. Recuerdo un argumento que presentamos era que los organismos internacionales no dejaban que el mercado operara. En  un sistema de mercado si dos partes hacen un mal negocio, pues tienen que asumir las pérdidas. Los préstamos fueron hechos irresponsablemente, como señala don Álvaro, pero el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros pretendían que se honraran a los precios en libros, no a los precios de mercado, los cuales ya mostraban descuentos importantes. Un argumento sin bases en lo legal y económico y se basaba en impedir que funcionara el mercado, por cuanto este no le convenía a los bancos… Finalmente, los países lograron renegociaciones de sus deudas por debajo de los precios de mercado. Costa Rica fue el primero.

El inicio de la apertura externa. Primero debo aclarar que la apertura era ineludible. La sustitución de importaciones de importaciones en el marco de Centroamérica y la exportación de bienes primarios a terceros mercados, tenía las limitaciones que Prebisch y otros en la CEPAL ya habían señalado, su tendencia recurrente a generar crisis del sector externo. Raúl Prebisch, proponente de la sustitución de importaciones, muy claramente había señalado que esta debía ser temporal y el objetivo debía ser desarrollar exportaciones industriales (incluso industrialización se planteaba en esas décadas de los sesenta y sesenta como sinónimo de desarrollo). Las crisis petroleras seguidas de la crisis de la deuda (estaban vinculadas) precipitaron y vinieron a complicar el tránsito hacia la apertura. Pero este era ineludible.

Condicionalidad cruzada. La discusión eran los términos, condiciones y características de esa apertura. Recuerdo 1985, año pre-electoral, Costa Rica enfrentaba lo que se denominó la condicionalidad cruzada, mediante la cual la renegociación de la deuda se condicionaba a un acuerdo con el FMI y a un préstamo de ajuste estructural con el BM. El FMI condicionaba su apoyo a acuerdos con los bancos y el BM, y este al acuerdo con el FMI. Nos tenían amarrados y eran en los meses álgidos de la campaña de 1986. El BM (el cual vivía los momentos más extremos del fundamentalismo de mercado) pretendía que Costa Rica hiciera una liberalización de shock a la chilena: adoptar un arancel único y uniforme para bienes finales, intermedios y materias primas, lo cual además significaba salirnos del mercado centroamericano. Las negociaciones llegaron al más alto nivel. El Presidente Monge Álvarez les indicó a los funcionarios del BM que él no pasaría a la historia como el Presidente que había destruido la industria nacional ni el mercado centroamericano. A partir de ese momento pudimos negociar una apertura gradual, en el marco del mercado centroamericano y con un importante programa de salvamento de empresas. Por eso don Álvaro, su crítica a los llamados PAEs no hace justicia a nuestra historia, particularmente al capítulo del Presidente Monge Álvarez.