domingo, 8 de noviembre de 2009

Las interrogaciones de Rand


Los libros de Ayn Rand fueron escritos en el marco del conflicto ideológico, económico, político y militar entre el autoritarismo soviético y el capitalismo de Estados Unidos. Su argumento es una defensa a ultranza del individualismo, y a pesar de la crisis del capitalismo globalizado y los cuestionamientos éticos a sus fundamentos, mención reciente a su obra aparecen tanto en The Economist como en Foreign Policy . Esto no puede ser menos que un reflejo de su relevancia contemporánea.

Rand emigró de la Rusia soviética para llegar a Estados Unidos, donde el papel del Estado se expandía para combatir la Gran Depresión. Si bien el Estado soviético, represivo y basado en miedo y sangre, distaba mucho de las preocupaciones por el bien común del keynesianismo, para Rand el Gobierno siempre debe estar severamente restringido. Fue la crítica más acérrima del poder del Gobierno, al que calificaba de licencia para robar, y la supuesta solidaridad y altruismo, la excusa de algunos para apropiarse de poder. Los políticos siempre dominados por la envidia y la codicia. Sus héroes eran los hombres de negocios y empresarios capaces de sentir en sus mismos huesos el futuro posible por el que trabajaban sin descanso hasta darle vida: el egoísmo virtuoso.

Crítica actual. Las novelas de Rand, Atlas Shrugged y The Fountainhead, escritas en un contexto histórico particular, adquieren relevancia actual quizás por el proceso de crítica de la estructura económica, social y política del mundo en el que le tocó vivir. Reconocía el efecto del Estado en la determinación de la agenda política y económica de una sociedad particular. En adición, era consciente del efecto sociológico de las decisiones públicas y de su contribución a la cultura de los ciudadanos. Ese proceso de crítica es desafío contemporáneo. Un ejemplo costarricense: un grupo de familias invade una finca privada y construye sus ranchos. Diez años después hacen el siguiente reclamo a las autoridades de vivienda: “protestamos porque en diez años el Gobierno no ha podido siquiera taparnos las goteras, que están cada vez peor”. Bajo el programa de erradicación de precarios, el Estado compró la finca, la distribuyó entre los ocupantes, la urbanizó y les construyó las casas. ¿Cuál es el efecto sociológico y cultural? Sin embargo, al Gobierno se le critica (derechas e izquierdas) por no haber hecho más erradicación de precarios…

Rand tiene una respuesta inequívoca en su planteamiento; la justicia social no tiene el menor espacio, es totalmente indiferente a la pobreza y ajena a todo humanismo. Para ella lo esencial es que una sociedad no puede prosperar sin libertad para sus empresarios e innovadores; el colectivismo, por el contrario, genera mediocridad. Los personajes de las novelas de Rand podrán estar en el ocaso en Occidente, pero surgen con fuerza en Asia. Es una de las autoras más leídas en India. Favorita de empresarios y jóvenes ansiosos de mayor libertad.

Solidaridad. Si bien podemos discrepar de las propuestas de Rand, sus interrogaciones requieren nuevas respuestas, en particular, en cuanto a la relación entre lo colectivo y el individuo. El nuevo entorno ha hecho imperativo, para poder competir en los mercados globales, un ambiente que promueva la iniciativa individual y combata la mediocridad, lo cual es consecuente con Rand. Pero también que para la paz en la sociedad, el contrato social no puede divorciarse del bien común y la justicia social, ni tampoco de las consecuencias ambientales y climáticas de las iniciativas individuales y colectivas.

Acabada histórica y analíticamente la respuesta colectivista, el reto es cómo promover dentro de un marco de organización capitalista de la producción, un humanismo, capaz de generar eficiencia, pero también los más profundos anhelos del corazón humano. Eficiencia y consumo son medios que nunca pueden suplantar los fines del contrato social, en la pluma de Jefferson, la búsqueda de la felicidad. Y esta demanda solidaridad. Necesitamos puentes y comida, pero para producir poesía y danza. Si no hay música para el espíritu y sentido para la existencia, habremos fracasado como humanos. ¿Cuál es el nuevo papel de las políticas públicas, de la participación ciudadana y de la libertad individual? No hay respuestas triviales. A las ideologías las dejó el tren de la historia.

La Naci[on, 30 de octubre, 2009